Apenas han transcurrido semanas de la consumación del fraude electoral avalado por “los farsantes con toga” del Tribunal Electoral Federal y ya, Peña Nieto de la mano de Luis Videgaray (socio de Eduardo Aspe y nueva versión del Jean Marie Cordova de Salinas), han declarado al Wall Street Journal que la privatización de Pemex, que no pudo lograr Calderón, va por delante. Codwell lo confirmó ante los propios priistas en Colima apenas el 7 de octubre.
Los sobados argumentos del dogma de que la iniciativa privada si podría hacer productiva la empresa y de que el Estado no tiene capacidad técnica ni financiera para invertir lo que Pemex necesita para acrecentar los rendimientos, cae por su propio peso porque, si un gran capitalista nacional o extranjero puede obtener utilidades exorbitantes de la extracción y refinación del petróleo, resulta absurdo e inconcebible que no lo pueda hacer una administración eficiente y honesta de la paraestatal.
Claro, si el iniciativo privado consigue utilidades porque paga impuestos reducidos al combinar sus empresas rentables con otras de pantalla, para producir pérdidas consolidadas, naturalmente que le generará ganancias, pero perdería México porque, el 40 por ciento de sus ingresos fiscales, los aporta la paraestatal. Es evidente que ahora Pemex genera una muy alta utilidad bruta, que se convierte en perdida después de impuestos, mismos que se trasladan vía redistribución del ingreso nacional, a las clases populares.
Por otra parte, si se insiste en el consabido engaño de que la corrupción y la ineptitud es exclusiva de la empresa pública y no de la privada, también ello constituye una versión falsa porque, hoy en día, es inocultable que la crisis internacional la han causado empresas privadas que, con un afán de lucro desmedido, reventaron los circuitos financieros y postraron a sus gobiernos que han desviado el gasto publico social para salvarlas, aun sacrificando a la mayoría de la población.
En Estados Unidos, la crisis se inició en 2001 con la quiebra de la empresa privada de energía más grande del mundo Enron (modelo de fraude empresarial planificado) que estafó a millones de pequeños inversionistas porque maquillaba sus estados financieros. Lo mismo ocurrió años después en 2008 con Lehman Brothers, Maddof, y muchas más financieras que esquilmaron a millones depositantes que no recuperaron nunca sus ahorros.
Imaginémonos a Pemex en manos de Repsol española, como no hace mucho se ilusionó el pueblo argentino cuando aceptó entregarle sus recursos petroleros. Repsol quebrada en España, detuvo inversiones en Argentina y paralizó el desarrollo perolero de esta nación hasta que Cristina Kirchner hizo lo que el Presidente Cárdenas en México décadas atrás, expropio la empresa y la puso al servicio de los intereses de su país. El Rey de España junto con Felipe Calderón, injuriaron y amenazaron a la Presidenta. ¿Queremos volver a recorrer ese camino?
Es cierto, y ello es incontrovertible, que Pemex sufre un grave atrofiamiento. Secuestrada por administraciones corruptas y por un sindicato venal, la empresa ha ido a menos hasta el extremo de hablarse de una quiebra técnica si se comparan sus activos con sus pasivos. Falta ver si ello ha ocurrido solo por la inercia de la corrupción o si, en gran parte, ha sido planeado por los gobiernos neoliberales para hacer obligatoria su entrega gratuita a la privatización. Este plan macabro resulta claro en Peña Nieto, que empieza ya una campaña de publicidad en tal sentido.
Será suicida para México dejarse arrastrar por ese engaño o caer en la trampa de un espejismo. Sabemos que Peña Nieto empieza con grandes deudas que contrajo con grupos de poder y capital que hicieron posible “su triunfo” y habrá que liquidarles a estos cuando ya el presupuesto público no le alcanzará por ser insuficiente para mantener un mínimo de inversión en obra pública. Se requerirá entonces pagar con privilegios y concesiones tan atractivas como entregarles la extracción y refinación de Petróleos Mexicanos con los aumentos mensuales del precio del combustible.
La prueba irrefutable de que los patrocinadores de Peña Nieto van sobre el verdadero negocio petrolero es el que estos, a pesar de que se les ha abierto la inversión privada en la petroquímica, donde el país tiene balanza comercial deficitaria, se han abstenido de participar. No se conforman con ser proveedores, contratistas, financieros, prestadores de servicios, etc. etc. Ahora se aprestan a apropiarse de la fuente de riqueza más importante de la Nación. ¡Nada más falta que este nuevo asalto a la soberanía nacional se logre!
Comentarios recientes