La fugaz estancia del neopanismo, con su lastre de atraso y de videncia, dejó intocado el sistema corporativo priista que, así como lo heredó pasivamente, y éste se dejó utilizar, así también al paso del último sexenio lo abandonó para regresar a su origen y fuente original, el PRI.
El triunfo de Fox en el año 2000 parecía que iba a demoler el mito de que los mexicanos éramos robots manejados por los mecanismos de control que sostenía el PRI en los sindicatos, ejidos, colonias populares, etc. El espejismo de un cambio movió incluso a hombres y mujeres de buena voluntad que apostaron al “voto útil” para erradicar las ominosas prácticas del priismo acarreador, manipulador y defraudador del voto público.
Pocos reparamos entonces que Fox era un impostor igual o peor de los que entonces gobernaban México a su capricho. El PAN mismo fue víctima de ese engaño cuando se dejó arrastrar por “el salinato”, que impulsado por la locura de López Portillo, ofreció enmendar la plana a favor de los banqueros, regresándoles sus negocios y volviéndolos a situar en lugar privilegiado en la consulta de las decisiones de políticas económicas. Para entonces, ya gran parte de esos magnates habían instrumentado sus Cámaras y Asociaciones para infiltrar al PAN, y colocar sus alfiles para cooptar este partido y ubicarlo en la competencia con los demás sectores oficiales, para tener peso y acceso al poder político, como antes lo tuvieron dentro del partido tricolor.
El NeoPan cayó en la trampa. El PRI permitió a Calderón usar sus propios mecanismos electorales y éste quedó atrapado en la maniobra de Elba Esther Gordillo, de quien nunca pudo safarse, mucho menos cuando, gracias al cobijo priista, Calderón pudo rendir la protesta en la Cámara de Diputados. Durante todo el sexenio hubo devaneos del SNTE que, incluso en Michoacán, hizo que la Cocoa Calderón, quedara colgada de la brocha, porque la maestra le movió el tapete al final de cuentas.
Por todo esto era ingenuo que el PAN pudiera cobrarse la infidelidad de la CTM, SUTERM, SRTPRM, SNTE, SNTSS etc., y los demás sindicatos venales, que manejan la red de control sobre los mejores trabajos con prestaciones y permanencia, a través de la cláusula “de inclusión” y “de exclusión” de los contratos colectivos, sometiendo a los agremiados a sus intereses políticos.
Resultaba ridículo pensar que con una bola baja al final del sexenio, Calderón iba a conseguir que los trabajadores sindicalizados eligieran directamente y con voto secreto a sus dirigentes y que éstos estuvieran obligados a rendir y publicar las cuentas, así como presentar por internet los contratos colectivos a discusión, junto con los reglamentos interiores de trabajo. Las reformas laborales solo se aprobaron en lo que afecta y reduce los derechos de los trabajadores (outsourcing, pago por horas, contrato de prueba etc.) y jamás en lo que corrieran riesgos los privilegios de los eternos líderes usufructuarios de las cuotas sindicales y toda clase de prebendas.
Lo que también asombra es que la clase empresarial, que tan afanosamente apoyó al foxismo hasta con grandes cantidades para la campaña y que, después se colgó del calderonismo, de repente, a la hora de la verdad, la misma Coparmex dizque sindicato patronal libre, se sumó al PRI para sacar una reforma laboral mutilada y garante de la permanencia del sistema sindical corrupto e improductivo, que tanto atacaron en el pasado.
Es desde aquí que también debe verse la miopía del neopanismo cuando analiza su derrota en las últimas elecciones y quiere situarla en un error por la candidatura de Vázquez Mota o en la masacre que ha desatado Calderón con el pretexto de la guerra contra el narcotráfico cuando, en realidad, estos últimos desastres son la consecuencia de un desprendimiento de sus principios y postulados originales, que desencadenaron todo este trágico resultado de doce años sin brújula.
Qué esperanza que el PAN original que, incluso antes que la Izquierda, ya demandaba sindicatos democráticos, independientes, honestos, como condición indispensable para un verdadero cambio estructural en la empresa pública y privada. Hoy se vuelve “más papista que el papa” al defender un sistema “esclerotizado” de sindicalismo corrupto.
Qué lejos quedaron las tesis de justicia distributiva y estímulos a la productividad por la vía de la cogestión trabajo-capital, que caracterizaron las plataformas políticas iniciales de ese partido. Peña igual que Calderón, gobernará para los beneficiarios de un sindicalismo prostituido y un empresariado decadente y voraz. El amasiato PRIAN quedó institucionalizado.
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