=Por Jesús González Schmal=
Y la respuesta al siguiente día reveló lo esperado, Peña las evadió vía twitter con otra trampa. Dice que las 10 preguntas, empezando por la más directa y por la que no pocos se engatusaron apoyando la reforma, ¿cuándo bajarán los precios de los combustibles y de la electricidad?, no se la puede contestar hasta que se presenten las leyes secundarias. Así entonces, Peña tiene amnesia o niega el valor de su palabra, al haber ofrecido en una campaña mediática, sin precedentes en intensidad, que la reforma constitucional era el objetivo para desencadenar los beneficios inmediatos a la economía.
Además Peña se cubre con el error generalizado que en estos días se ha propalado, de llamar leyes secundarias a lo que, en rigor son leyes reglamentarias, que si bien no tiene la jerarquía de la norma constitucional, son precisamente las que a partir de ésta descienden al detalle de su aplicación. El uso del término secundarias parece ser una manipulación o pretexto para que los partidos que se embarcaron en el Pacto por México y aprobaron la reforma constitucional, sorprendan a sus seguidores con una supuesta pelea legislativa a destiempo para corregir lo que ya no puede ser modificado.
Pero en última instancia, Peña y su equipo de publicidad difundieron que con el sólo efecto de la reforma constitucional (estructural también le llama) se vendría la avalancha de inversionistas de todo el mundo para participar en la bonanza que crearía empleos por todos lados y, la gasolina, el diesel, el gas, la luz, etc., no volverán a subir, sino por el contrario irían a la baja. Ello porque, la verdad de la reforma constitucional, es que legitima contratos que subrepticiamente, con Fox y Calderón, ya se habían celebrado con grandes empresas mundiales que exigían que se los reconocieran para no correr riesgos.
Hoy el desengaño popular es total. Siempre no era tan relevante la reforma constitucional. Videgaray, Lozoya, Coldwell, se desgañitaban en las entrevistas pagadas en todos los canales de televisión y radio, hablando de los grandes beneficios esperados para la salvación de México, como en la portada de un Times que compró el gobierno, lo confirman con la foto de Peña. Hoy, la cruda realidad es otra, el estancamiento de la economía, el desempleo, la violencia, el alza de los combustibles y los costosos escenarios magnificados para la propaganda gubernamental, son la triste verdad con la que nos amanecemos los mexicanos.
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