=Por Jesús González Schmal=
La particularidad de ésta misión, a diferencia de otras anteriores y posteriores de la misma Iglesia, era la de que evangelizar no significaba imponer, sino trasmitir para la aceptación libre y consciente de la riqueza de la convivialidad con el intercambio cultural para la realización a plenitud, del más elevado sentido del ser humano. El reconocimiento de la dignidad y derechos originales del indígena, fue presupuesto fundamental para el despliegue de los mejores esfuerzos para la edificación de una nueva nación de las dos vertientes americana y europea.
Los jesuitas fueron ante todo civilizadores, es decir su propósito era crear cultura que, al final de cuentas es el medio para ejercer la libertad hacía la posibilidad de generar condiciones para una vida de realización personal y social sustentada en los valores de la persona en su monodualismo natural. Espíritu y materia; individuo y sociedad, son las dos esferas inseparables de la existencia. Son complementarias e imprescindibles. La cultura se materializó también en universidades, imprentas, obras hidráulicas, infraestructura agrícola, ganadería, industria y todo cuanto fuera medio humano participativo hacía una finalidad también compartida.
Como tantas calamidades en la historia de los pueblos, también ocurrió en nuestra patria. Hacía 1767 la colusión de Felipe III rey de España y Clemente IV papa de la Iglesia católica, con la contribución desde la Nueva España del obispo de Puebla Juan de Palafox y Mendoza, fraguaron y ejecutaron la expulsión de los jesuitas del todo el continente americano. Fueron desmanteladas las prodigiosas misiones que abrían horizontes de desarrollo a los pueblos y de crecimiento a la identidad nacional del mestizaje que se iba conformando.
Es incuestionable que la salida de los jesuitas de las misiones del norte de México, Sinaloa, Sonora, La Alta California, Arizona, así como las de Coahuila, Texas, Nuevo México, Chihuahua etc, fueron el precedente ominoso por el que posteriormente perdimos la mitad del territorio nacional. Haber dejado abandonados a todos esos mexicanos que estaban el proceso de integración de la nueva civilización mestiza (que inducía el principio de responsabilidad nacionalista), a expensas de la influencia anglosajona expansionista y proesclavista (que sostenía la discriminación como derecho de conquista) fue decisiva para la mutilación territorial sufrida.
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