LOS CABOS, MÉXICO. Los líderes de las economías más grandes del mundo, reunidos en la cumbre del Grupo de los Veinte, en Los Cabos, México, destacaron la importancia de la gestión del riesgo de desastres como componente de la política de desarrollo, poniendo así de manifiesto su preocupación ante el extraordinario incremento de las pérdidas provocadas por desastres naturales en los países desarrollados y en desarrollo.
Así lo informó mediante un comunicado el Banco Mundial.
En 2011 se registraron en el mundo pérdidas sin precedentes ocasionadas por desastres naturales; su monto, según se estima, puede haber llegado a los 380 mil millones de dólares. Hechos recientes han demostrado que ningún país —rico o pobre— está a salvo de agobiantes peligros naturales. La necesidad de hacer frente a esas pérdidas crecientes obliga a los líderes a diseñar enfoques más activos en materia de gestión de riesgos y a adoptar decisiones más fundadas para evitar el surgimiento de nuevos riesgos.
En una reunión conexa con la Cumbre del G-20, México y el Banco Mundial dieron a conocer un informe conjunto titulado Improving the Assessment of Disaster Risks to Strengthen Financial Resilience (Mejorar la evaluación de los riesgos de desastres para robustecer la capacidad de adaptación financiera). Se trata de un compendio de medidas adoptadas en países del G-20 y en otros países para proteger a su población y a sus activos frente a pérdidas causadas por fenómenos naturales desfavorables. En él se explica también la manera en que el G-20, el Banco Mundial y otros asociados internacionales pueden cumplir un papel más destacado colaborando con autoridades nacionales y locales en relación con los desafíos que se exponen en dicho documento.
“El reporte “La mejora de la Evaluación de Riesgos de Desastres para Fortalecer la Capacidad de Recuperación Financiera” constituye el primer entregable bajo la agenda G20 de administración de riesgos de desastres”, señaló José Antonio Meade, secretario de Hacienda de México.
Resulta cada vez más claro que el extraordinario aumento, en todo el mundo, de las pérdidas provocadas por desastres es el resultado de un desarrollo incontrolado. Una rápida urbanización y la variación de las modalidades climáticas exacerbarán esa tendencia. El G-20 reconoce la urgente necesidad de integrar la consideración del riesgo en todos los niveles de planificación del desarrollo, para robustecer la capacidad de adaptación financiera de las comunidades y las economías nacionales.
“Cuando sobrevienen desastres naturales percibimos la tragedia del sufrimiento humano, pero los efectos menos visibles pueden ser igualmente devastadores para las personas”, señaló Robert B. Zoellick, presidente del Grupo del Banco Mundial. “Los impactos económicos de los desastres pueden volver a sumir en la pobreza a las personas y comprometer programas para los pobres, al obligar a los gobiernos a distraer recursos financieros. Todos debemos aprender de las experiencias de otros países y a la vez promover intercambios de conocimientos que contribuyan a crear capacidad de adaptación en todos los sectores de una economía”.
La publicación dada a conocer en el día de hoy ayudará a realizar esos esfuerzos. Al contribuir a identificar peligros naturales para adoptar decisiones fundadas, ella representa un llamado de atención para los ministros de Finanzas y una guía para que los países mejoren sus procesos de adopción de decisiones y se doten de mayor capacidad de adaptación en el ámbito financiero.
En el informe se destaca el papel crucial de la información en la esfera de la adopción de decisiones. Los países deben estar en condiciones de comprender los riesgos que tienen ante sí. Identificar peligros naturales y comprender el impacto que ellos pueden producir en las personas y en los activos es un elemento fundamental para orientar un desarrollo con capacidad de adaptación.
Quince de los miembros del G-20, así como países invitados (Alemania, Argentina, Australia, Brasil, Chile, China, Colombia, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, México, Reino Unido, República de Corea y Turquía) y la OCDE, remitieron contribuciones a la publicación.
México ocupa una posición de vanguardia en materia de atención de riesgos de desastres a través del uso de estrategias financieras innovadoras que respalden un eficaz sistema de protección civil y la reconstrucción de la infraestructura crítica.
El Grupo del Banco Mundial trabaja con el gobierno de ese país desde hace muchos años, respaldando la sustitución de un enfoque basado en una respuesta posterior a un desastre por otro centrado en preparativos previos. Un ejemplo al respecto es la emisión, por parte de México, en 2009, con asistencia del Banco Mundial, del primer bono soberano de protección frente a catástrofes de diversas fuentes, que permitió al gobierno mexicano adquirir en forma eficiente seguros paramétricos y transferir al mercado de capital un conjunto de riesgos de desastres provocados, principalmente, por terremotos y tormentas tropicales.
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