Los recursos naturales de América Latina y el Caribe (ALC), ampliamente reconocidos como el motor detrás del crecimiento actual, podrían agotarse significativamente en menos de una generación (de 15 a 20 años) si la región no adopta de manera generalizada políticas ecológicas que garanticen un crecimiento sostenido, según un nuevo informe del Banco Mundial dado a conocer hoy en el Woodrow Wilson Center, previo a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable Río+20.
En muchos aspectos, ALC podría convertirse en una víctima de su propio éxito económico. El reciente auge de la región (crecimiento promedio de 4 por ciento y más de 70 millones de personas rescatadas de la pobreza) derivó en una urbanización explosiva, haciendo más difícil alcanzar un futuro verde. Por ejemplo, la región tiene la mayor proporción de personas viviendo en áreas urbanas de todo el mundo en desarrollo —más del 80 por ciento de la población— y ostenta la mayor tasa de motorización del mundo con 4,5 por ciento, indica el informe.
Pero la región también ha servido como un laboratorio mundial para algunas de las prácticas ecológicas más innovadoras, subraya el informe. Por ejemplo, se puede jactar de poseer la matriz energética con más bajo carbono del mundo en desarrollo (6 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero para el sector eléctrico) y múltiples instrumentos de avanzada como el primer seguro ante riesgos catastróficos para reforzar la capacidad de recuperación ante desastres naturales. También ha adoptado esquemas de pago para la conservación del medio ambiente que han ayudado, por ejemplo, a que Costa Rica se convierta en un ícono ambiental a nivel mundial y un paraíso del ecoturismo, luego de ser el peor deforestador de la región a mediados de los 90.
“Los países de ALC actualmente se enfrentan a decisiones que definirán su futuro por muchos años”, dijo Ede Ijjász-Vásquez, director de Desarrollo Sostenible del Banco Mundial para América Latina y el Caribe. “La región tiene ante si la oportunidad de elegir un camino que la lleve a un crecimiento robusto sin quedar atrapada en patrones poco sostenibles que a la larga son más caros, menos eficientes y con menor capacidad de recuperación”.
Algunas de estas opciones definirán el futuro de la región en las próximas décadas en áreas cruciales como infraestructura, energía y servicios urbanos, que impulsan el crecimiento económico y definen la calidad de vida de la mayoría de las personas que habitan en ciudades de la región. Por ejemplo, la demanda de electricidad en ALC casi se duplicará en las próximas dos décadas. Si bien la región actualmente posee la matriz energética más limpia del mundo, la intensidad de carbono del sector eléctrico ha aumentado debido a la creciente proporción de combustibles fósiles (incluido el gas natural), una tendencia que se espera continúe. Para enfrentar esta situación, la región deberá incrementar la participación de otras fuentes de energía más limpias —como la hidroeléctrica y eólica.
La sostenibilidad del crecimiento de la región también dependerá de su compromiso con el uso sustentable de sus singulares recursos naturales. Las mismas ventajas proporcionadas por la riqueza natural de la región —recursos hídricos abundantes, tierra fértil y una biodiversidad sin igual— corren peligro gracias a la proliferación del uso ineficiente de la tierra y la deforestación.
El informe también indica que la región tiene la posibilidad real de liderar la adopción de prácticas agropecuarias más eficientes y climáticamente inteligentes, que no representen un costo para el medio ambiente y que estén mejor posicionadas para enfrentar los nuevos patrones climáticos. También significará ir hacia formas de transporte de carga más eficientes y ecológicas, como el ferrocarril y las vías fluviales, actualmente muy subutilizadas, así como aumentar el número de comunidades rurales conectadas.
Ijjász-Vásquez también indicó que el crecimiento verde no es intrínsecamente inclusivo. “Para que las políticas e inversiones verdes perduren en el tiempo, es imperativo que beneficien a todos en la región, en especial a los pobres”, agregó.
No existe un modelo único para el crecimiento verde inclusivo en ALC. Sin embargo, muchas de las respuestas al desafío de cómo crecer de manera sustentable e inclusiva se encuentran en las propias experiencias regionales. Las políticas y las inversiones focalizadas pueden fomentar el crecimiento económico así como ayudar a satisfacer las aspiraciones de la creciente clase media de una mejor calidad de vida, creando oportunidades para los segmentos más pobres y vulnerables de la sociedad, y protegiendo los activos ambientales de ALC.
Ejemplos de cómo ALC está adoptando una agenda de crecimiento ecológico inclusivo
Una huella urbana compacta y eficiente: ciudades como Ciudad de México, Lima y Río de Janeiro utilizan subsidios para la densificación y así atraer personas al centro de las ciudades y revitalizar sus economías urbanas estancadas.
Ampliación de servicios urbanos básicos: entre 2001 y 2008, 63 millones de personas adicionales en ALC acceden a servicios de deshechos sólidos, aumentando la tasa de cobertura de 81 a 93 por ciento.
Sistemas de transporte rápido: a medida que el número de propietarios de automóviles crece la región también está a la cabeza del mundo en desarrollo en términos de implementación de sistemas alternativos de transporte en ciudades clave como Bogotá, Lima y Ciudad de México.
Ampliación de la generación eléctrica de bajo carbono: entre 1990 y 2009 la generación eléctrica se multiplicó en más de dos veces, creciendo a más de 4 por ciento por año. La participación del gas natural en la región aumentó de 10 por ciento en 1990 a 21 por ciento en 2009. Dado que el petróleo y el diésel disminuyeron su participación, el crecimiento en generación de energía en ALC generó una menor huella de carbono que otras regiones.
Multiplicando los éxitos a través de la agricultura sustentable: el pilar más importante de una estrategia para la reducción de la huella ambiental de la agricultura regional es la preservación de la actual cobertura forestal y la promoción de la reforestación con especies nativas allí donde sea factible. América Latina ha marcado el camino en términos de utilización de pagos directos para la conservación de los bosques, con programas nacionales en varios países y estados brasileños.
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