Gloria Ramírez Hernández, coordinadora de la Cátedra UNESCO de Derechos Humanos, UNAM-México, con sede en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), estimó que en el país la Ley Federal para Prevenir y Erradicar la Discriminación no tiene elementos sancionadores importantes, aunque reconoció que se han logrado avances significativos, en particular, con la reforma de la Constitución en materia de derechos humanos de 2011.
Este flagelo, expuso, sigue presente en toda la sociedad. “Tenemos la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial. México presentó un informe recientemente y se publicaron las recomendaciones del comité correspondiente. Entre ellas, que el Estado mexicano tome las medidas necesarias para poner fin a la violencia en estricta vigilancia a los derechos humanos”.
Asimismo, sostuvo que la discriminación violenta, margina, somete, excluye, mata, pero también provoca y genera actitudes de una cultura de intolerancia.
“Esta última va unida a la ignorancia, y conjuga prejuicios, mitos y estereotipos de la cultura patriarcal, excluyente, misógina y autoritaria. La discriminación está cubierta por un manto de impunidad, lo que propicia y multiplica actos violatorios a los derechos humanos”, destacó.
Para ello, se refirió a las encuestas que el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) elaboró a nivel nacional en 2005, con Sedesol, y en 2010 con el Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ).
De las mismas, dijo, se desprende que cuatro de cada 10 mexicanos no estarían dispuestos a permitir que en su casa vivieran personas con una discapacidad, de otra raza, extranjeros, o de una cultura distinta, entre otros.
Además, los sondeos demuestran cómo la intolerancia puede descender de un 45 por ciento, en personas que sólo tienen estudios de primaria, a un 16 por ciento, e incluso a menos del 10 por cierto, con estudios universitarios.
“Comprobamos que, a medida que aumenta la escolaridad, se favorecen los niveles de tolerancia. La transformación no va a llegar sola, hay que revisar las estructuras, las bases de nuestra cultura y fortalecerla, a través de la educación”.
Aunque no basta con ello, “es importante promover la rendición de cuentas, sanciones efectivas y la aplicación de los tratados internacionales para que la discriminación pueda ser erradicada”, concluyó.
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