Integrantes de la Novena Caravana de Madres Centroamericanas «Emeteria Martínez», quienes están a México en busca de sus hijas e hijos migrantes y denuncian las violaciones que sufre esta población a manos de la delincuencia organizada y de autoridades de migración, no fueron recibidas en el Senado de la República, como les habían prometido, debido a que esa legislatura discutía algo «de vital importancia para el país».
Las 40 mujeres, provenientes de Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua tenían prevista para el pasado martes -Día Internacional de los Derechos Humanos- una reunión con las y los senadores quienes, a través de sus asistentes, les informaron que estaba en discusión la Reforma Energética, además de que les impidió el paso una fuerte valla metálica que resguarda el edificio senatorial en Paseo de la Reforma.
Molestas porque las y los migrantes no son también considerados «de vital importancia» por esa legislatura, las mujeres accedieron a ser atendidas en el antiguo recinto senatorial, en la calle de Donceles, donde asistentes de las y los legisladores les prometieron enviarles su mensaje. Más tarde, ellas denunciaron en una reunión de periodistas, en un hotel capitalino, el desaire de que fueron objeto.
«Queríamos relatarles la angustia, desesperación y dolor que se vive cuando tienes a un hijo desaparecido que lo único que buscaba eran mejores condiciones de vida, para ver si así se daban cuenta que en su país no hay justicia», dijo Rosa Nelly Santos proveniente de Honduras.
La activista consideró también que «México dejó de ser un país bonito para convertirse en una podredumbre y un campo dinamitado para las y los migrantes» quienes son extorsionados, torturados, asesinados y hasta quemados «sin que nadie haga nada».
Denunció además que las autoridades mexicanas sólo están presentes cuando se trata de deportar a las y los migrantes «que ya vivieron una serie de agresiones y violaciones a Derechos Humanos, sin que nadie los atienda con la debida calidad», al recordar que muchas y muchos son arrogados de «La Bestia».
Por ello -agregó- en cada país hay cientos de jóvenes viviendo «sin un brazo, una pierna y sin oportunidades de encontrar algún empleo que les permita al menos solventar sus gastos».
Anita Celaya proveniente de El Salvador dio a conocer que durante su paso por México también han podido identificar que muchas mujeres migrantes, principalmente jóvenes, son agredidas sexualmente por agentes migratorios «que se aprovechan de su poder».
Acompañadas del obispo de Saltillo, Raúl Vera y por el sacerdote Fray Tomás González, las madres exigieron al Estado mexicano que informe la cifra total de personas migrantes desaparecidas, que cree mecanismos efectivos para localizar a sus hijas o hijos y que se modifiquen las leyes migratorias, ya que estas permiten que las rutas de tránsito se convirtieran en «una sentencia de muerte para quien se atreva a cruzarlas, pues existe una complicidad entre crimen organizado, bandas delictivas y agentes del gobierno».
No queremos, dijeron, que nos propongan únicamente la firma de convenios para identificar restos, pues «vivos se los llevaron y vivos los queremos».
La Caravana fue resguardada a lo largo de su camino por agentes federales, estatales y municipales, por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y por Amnistía Internacional, así como por funcionarios del Instituto Nacional de Migración (INM), dependencia que extendió permiso a las mujeres que no tienen visa mexicana.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) sostiene que anualmente ingresan a México unas 150 mil personas migrantes sin documentos oficiales, la mayoría procedentes de Centroamérica, que no buscan establecerse en el territorio mexicano, sino llegar a Estados Unidos.
Datos de la dependencia hablan de que durante seis meses de 2010 se documentaron 214 eventos de secuestro de migrantes, de los cuales resultaron 11 mil 333 víctimas.
=AZM, LOA=
(CIMAC)