Un mexicano más; le dan pena de muerte en EE. UU.

Édgar Tamayo Foto: Periódico Correo

Édgar Tamayo
Foto: Periódico Correo

Édgar Tamayo fue ejecutado ayer por la noche en Texas, con lo que se convirtió en el noveno mexicano en recibir la pena de muerte en Estados Unidos desde que ese país reactivó esta medida, en 1976.

El mexicano fue condenado a recibir la inyección letal por el asesinato de un policía en 1994, medida que se concretó a las 21:15 horas; 17 minutos después, a las 21:32, fue declarado muerto.

Los abogados de Tamayo, quienes argumentaron que el mexicano no tuvo un juicio justo porque no recibió asistencia consular inmediata ni se tomó en cuenta que padece retraso mental leve, agotaron todos los recursos judiciales para intentar frenar la medida.

Diversas personalidades e instancias mexicanas, estadounidenses e internacionales abogaron para evitar la ejecución de Tamayo, entre las que destacan la Cancillería del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, organizaciones como Human Rights Watch o Amnistía Internacional, e instancias como la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos. Esto, al señalar las deficiencias en el proceso y en rechazo a la pena de muerte como medida de sanción.

El mexicano, de origen morelense, con 46 años de edad y quien tuviera dos hijas, murió en la Unidad Carcelaria Walls, en Huntsville. Antes, fue visitado por familiares, de quienes se despidió.

Durante la ejecución estuvieron presentes la madre de Guy Gaddis, el policía que murió a manos de Tamayo, así como dos de sus hermanos y otros dos familiares. En tanto, Tamayo no quiso que nadie de su familia estuviera presente.

Luego de que se concretó la medida, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de México lamentó el hecho.

«Desde que tuvo conocimiento del caso del señor Tamayo, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) desplegó una serie de acciones hasta agotar todas las instancias a su alcance, tanto internas como internacionales, con el fin de obtener la revisión y reconsideración del caso por parte de las autoridades judiciales texanas, a la luz de la falta de notificación consular», indicó en un comunicado.

La Cancillería agregó que ha brindado asistencia consular a los familiares de Tamayo, y que a petición de su familia mantendrá la ayuda en el proceso de traslado a México de los restos del mexicano.

La ejecución pudo haber sido evitada por el gobernador de Texas, Rick Perry, a través de una acción de indulto; o por la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos, que la pudo haber suspendido con base en la recomendación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

La CIDH planteó revisar la condena de Tamayo, así como de otros 50 mexicanos incluidos en el caso Avena, como se conoce al fallo de la Corte Internacional de Justicia que determinó que se cometieron fallas en la garantía al derecho a la asistencia consular para los connacionales arrestados y condenados a penas severas, incluida la de muerte.

Tamayo cruzó ilegalmente a los Estados Unidos a los 18 años para trabajar como jornalero en California; en 1993 se mudó a Austin, Texas.

El 31 de enero de 1994, luego de una fiesta, Tamayo y su amigo Jesús Mendoza fueron detenidos, esposados y metidos a una patrulla por el policía Guy P. Gaddis, luego de que Mendoza presuntamente cometió un robo contra un ciudadano estadounidense. El policía hizo una parada y al regresar al vehículo recibió tres disparos por la espalda.

El arma con la que se hicieron los disparos fue encontrada en la parte trasera de la patrulla, pero sin huellas dactilares de Tamayo o Mendoza.

A Tamayo Arias se le realizó la «prueba de Harrison» para detectar residuos de explosivos tras una detonación de arma de fuego, y ésta resultó negativa.

El acusado no recuerda lo sucedido debido al grado de intoxicación por alcohol que presentaba, de acuerdo con el activista Pablo Castro, presidente de la Confederación de Asociaciones y Clubes de Morelenses de Estados Unidos y Canadá.

En las declaraciones contenidas en sus expedientes, Tamayo admitió haber matado al policía por no haberlo dejado hablar con su esposa. Cabe mencionar que el mexicano no dominaba el idioma inglés, por lo que no pudo comprender y contestar correctamente los cuestionamientos que le hacían.

 

=ADN Político=