El juez Mohamed Zawawi sentenció a pena de muerte a los hermanos José Regino, Simón y Luis González Villarreal, originarios de Sinaloa, por encontrarlos culpables del delito de producción, manufactura y trasiego de droga con la intención de distribución en Malasia.
El fallo fue dado a conocer por el “juez soga, apodado así por las más de cien sentencias de penas de muerte que ha dictado por el mismo delito, quien dijo que “se les condena a ser ahorcados hasta morir, esta es la sentencia del pueblo de Malasia”.
El veredicto fue dictado durante la última vista del juicio que se llevó a cabo durante un año y dos meses en el Alto Tribunal de Kuala Lumpur, sentencia que podría ejecutarse en un plazo de entre uno y dos años.
El abogado Kitson Foong, integrante del equipo que ha llevado la defensa de los mexicanos, indicó, después de conocer el fallo, que recurrirán al Tribunal de Apelaciones, de no lograr una respuesta favorable, el último recurso sería solicitar clemencia al Sultán, quien históricamente ha negado esta solicitud a personas relacionadas con el narcotráfico.
El juez Zawawi basó su veredicto en las pruebas presentadas, referentes a rastros de droga que se encontraron en las ropas que vestían los acusados el 4 de marzo de 2008, cuando fueron detenidos en una nave industrial de Johor Baru, ciudad fronteriza con Singapur, donde también fueron aprehendidos el singapurense Lim Hung Wang y el malasio Lee Boon Siah, además fue incautado diverso material para hacer metanfetaminas, varios precursores químicos y cerca de 29 kilos de esa droga.
Los tres hermanos mexicanos se han declarado inocentes desde que fueron detenidos y sostienen que se dedicaban a las tareas de limpieza del almacén en el que fueron detenidos por los agentes que realizaron el operativo.
El equipo de abogados que llevan la defensa de los mexicanos en Malasia solicitó, sin éxito, la anulación del juicio debido a las incongruencias detectadas en los listados del material y la droga incautada y la desaparición de un tercio de la droga incautada, ya que esto supone “manipulación de las pruebas” y “vulnera” los derechos fundamentales de los acusados, según diversas agencias internacionales.
Tras darse a conocer la sentencia, los tres hermanos González Villarreal, primeros mexicanos sentenciados a la horca en aquel país, fueron trasladados bajo un fuerte resguardo a una sala conocida como “último cuarto”.
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