En México, los derechos de los niños, además de irrenunciables, son una plataforma ética y laica. No debe darse ni un paso atrás en los acuerdos alcanzados a favor de la infancia, planteó Graciela Rodríguez Ortega, profesora emérita de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
El principio rector en este ámbito es el interés superior de este segmento: la no discriminación, por ninguna razón o circunstancia; igualdad, sin distinción de raza, edad, sexo, religión, idioma o lengua, opinión política, discapacidad, o de cualquier otra índole.
Tienen derecho a vivir en familia, como espacio primordial de desarrollo; a una vida libre de violencia, y a la corresponsabilidad de los integrantes de ese núcleo, del Estado y la sociedad para garantizarlos, estableció quien fuera integrante de la Junta de Gobierno de esta casa de estudios, en el marco del Día Internacional de los Niños Víctimas Inocentes de Agresión, que se conmemora este 4 de junio.
Existen múltiples maneras de maltratar a un pequeño. No solamente a través del daño físico se puede infligir perjuicio a un menor: la falta de atención y el maltrato psicológico también constituyen formas de violencia. Por ello, debe involucrarse a los padres y personas a cargo de su cuidado en el respeto de sus garantías, reconocidas en la Constitución y en diversos instrumentos legales internacionales.
Al ser víctimas, no pueden desarrollarse en lo físico, mental, emocional, social, y moral en condiciones de igualdad. Por lo tanto, “les restamos dignidad humana y la posibilidad de su derecho a su proyecto de vida», subrayó.
La Ley para la Protección de los Derechos de Niños y Adolescentes, con fundamento en el artículo 4° de la Constitución, tiene por objeto garantizar a esta población la tutela y el respeto de los derechos fundamentales, reconocidos en la Carta Magna, recordó.
Rodríguez Ortega, primera mujer directora de la FP, entre 1977 y 1981, señaló que los derechos no son suficientes por sí mismos, requieren acompañarse de políticas públicas. La participación social de los núcleos familiares, en conjunto con las acciones de las instancias gubernamentales, es un imperativo para transitar a la fase de exigencia de los derechos y deberes.
La niñez mexicana
De acuerdo con los datos del Censo de Población de 2010, realizado por el INEGI, en México hay 39 millones 226 mil 744 de personas de cero a 17 años de edad; es decir, uno de cada tres habitantes es un niño o adolescente.
La universitaria refirió que el porcentaje de casos atendidos por desnutrición leve entre los menores de cero a cuatro años, ascendió en el 2009 al 79.8 por ciento. Esto significa que las madres no recibieron, y no reciben actualmente, los cuidados prenatales adecuados y suficientes, y explica el estado de indefensión de la mayoría de las mujeres e infantes en el país, estableció.
En 2010, el 39 por ciento de la población de los cero a los 17 años no tenían derecho a atención médica; el 78.8 por ciento, no contaban con una computadora en casa, lo que viola el derecho a la información; tres millones 14 mil 800 menores de cinco a 17 años desempeñaban un trabajo económico, de los que 67 por ciento eran niños, y 33 por ciento, niñas; 92 mil 561, no estudiaban ni trabajaban.
Esta situación no es válida para los menores mexicanos, que deberían instruirse, pero deben integrarse al mercado de trabajo por las carencias económicas que padecen la mayoría de los hogares, señaló la también integrante del Consejo Consultivo de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
La Universidad, así como otras instituciones académicas y científicas, debe aportar el conocimiento que genera de manera permanente, y entrar en contacto con la sociedad para profundizar en los problemas y aportar con soluciones a los mismos.
Día Internacional
El 19 de agosto de 1982, la Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante la resolución ES-7/8, decidió conmemorar el 4 de junio de cada año el Día Internacional de los Niños Víctimas Inocentes de Agresión, consternada ante el gran número de infantes palestinos y libaneses afectados por los conflictos bélicos entre sus naciones, así como por el problema del tráfico de menores, de órganos y prostitución de los mismos en Latinoamérica.
El propósito es reconocer el dolor que sufren en el orbe, al padecer maltratos que conllevan problemas de personalidad. En esta fecha, el organismo afirma su compromiso con la protección de los derechos de la niñez.
México ratificó la Convención de los Derechos del Niño en 1990, y sus dos protocolos facultativos, el relativo a su participación en conflictos armados y el concerniente al tráfico de infantes, prostitución y su utilización en la pornografía, en el 2002.
Los derechos nunca serán suficientes por sí mismos, requieren acompañarse de medidas para su cumplimiento, de una gama extensa de políticas públicas; el mayor desafío es la eficacia regular, cotidiana. “He constatado que donde hay sociedad, hay derechos, y si hay derechos, hay que ejercerlos”, concluyó.
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