Despide SCJN a ministros Ortiz Mayagoitia y Aguirre Anguiano; los califica Luna Ramos de «seres humanos de extraordinaria sencillez»

Foto: SCJN.

Tras 17 años de integrar la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), hoy, en sesión solemne, el Pleno de este Tribunal Constitucional rindió un homenaje a los Ministros Guillermo I. Ortiz Mayagoitia y Sergio Salvador Aguirre Anguiano, con motivo del término de su encargo constitucional.

Ante los Plenos de los tres órganos que conforman el Poder Judicial de la Federación (PJF) –Suprema Corte de Justicia de la Nación, Consejo de la Judicatura Federal y Tribunal Electoral—los Ministros fueron reconocidos por su extraordinaria dedicación y profesionalismo al servicio de la impartición de justicia en México.

Al dirigir un mensaje a nombre del Pleno, la Ministra Margarita Beatriz Luna Ramos afirmó que Ortiz Mayagoitia y Aguirre Anguiano por encima de sus diferencias de naturalezas y de circunstancias, se han caracterizado por ser abiertos, sencillos, rectos, valientes y patriotas y que cualesquiera que hayan sido sus opiniones adquirieron un código de honor, una tabla de valores morales que no dejó lugar a dudas, ni a incertidumbres, ni a remordimientos, con lo cual han coronado una vida ejemplar.

“Seres humanos de extraordinaria sencillez a quienes jamás importó darse a conocer, pues en gente como ellos, lo realmente valioso es conocerlos; su existencia horada se escondía en el trabajo y huían de los relumbrones y vaciedades que en su prestigio pudo haberlos envuelto y ahogado. Una humildad natural que los pone en trance orgulloso de desdeñar honores y reconocimientos”, dijo la Ministra Luna Ramos al nombrarlos como “caballeros de la justicia”.

Ante colaboradores y familiares de los Ministros homenajeados, reconoció la otra faceta de la carrera profesional tanto del Ministro Ortiz Mayagoitia y Aguirre Anguiano, su vocación por la docencia, labor a la que simultáneamente a la jurisdiccional dedicaron gran parte de su vida. “La vocación de maestros se les dio de manera natural en función de esa gran facilidad de palabra que ambos poseen inculcando a sus alumnos la probidad mental, el arduo estudio, el amor y el respeto a la profesión”, destacó.

Resaltó que ambos Ministros siempre estuvieron guiados por el amor entrañable a la labor jurisdiccional, por el conocimiento perfecto de los asuntos, por el dominio absoluto del sistema jurídico mexicano y de sus repercusiones, así como comprometidos con la sociedad, sin que sus parámetros encontraran limitación alguna en la lisonja o el improperio públicos.

Del Ministro Sergio Salvador Aguirre Anguiano, Luna Ramos reconoció su habilidad en el manejo administrativo y organizacional.

Respecto del Ministro Guillermo I. Ortiz Mayagoitia, manifestó que, aún en momentos difíciles, siempre se caracterizó por la firmeza en su carácter y la tranquilidad de su consciencia, avalada por una actuación responsable y honesta, lo que le permitieron, como Presidente de este Alto Tribunal, sortear tempestades.

Al hacer uso de la palabra, el Ministro Sergio Salvador Aguirre Anguiano reconoció que, hace 17 años, asumió el cargo como Ministro con zozobra, ansiedad y desasosiego.

“Día a día la enorme responsabilidad de este Tribunal Constitucional pesaba y sigue pesando sobre mí en cada una de mis decisiones. Lidié con la tentación de retractar y regresar a mi ejercicio profesional. Después de rendir protesta en el Senado y aquí en la Corte, recibí mi acreditación y la insignia que se prende de la solapa y me hice el propósito de esta última usarla solamente cuando yo sintiera que era un oficiante del cargo con todo el empaque profesional necesario para ello, hoy la uso por primera y única vez en mi vida”, precisó.

Ahora, dijo, comienza mi sonata de invierno, con una mezcla de certezas e incertidumbres que todo futuro depara. “No vestiré ya jamás la honrosísima toga de Ministro, ni tendré la responsabilidad compartida de conducir la nave de la constitucionalidad a puerto seguro, lo cual quedará en las diestras mentes de mis hasta ahora colegas, integrantes del súper colegio en el que hoy es mi último día de pertenencia jurídica”, enfatizó.

Aguirre Anguiano mencionó que entre las certezas que enfrentará está en dejar la Suprema Corte de Justicia de la Nación, pero no el derecho, porque lo jurídico es aquello que se integra dentro de esa realidad íntima que algunos llaman vocación y “que todavía no sé si la tenga, pero no sé hacer otra cosa”.

“Otra certeza más, es que trataré de ser mejor amigo para mis amigos, mejor amigo para Sergio, mi hijo, y para Claudia, para Ana Alicia y para Eduardo, para Adriana y para Carlos; y por supuesto, mejor abuelo para Sergito, Carlos, Eduardo, Juan Pablo, Inés, Elena y Julia, pero todo mundo lo adivinó, mejor esposo para Licha”, concluyó.

En tanto, el Ministro Guillermo I. Ortiz Mayagoitia comentó que ha sido un gran privilegio el haber formado parte del equipo que vivió y contribuyó a grandes y valiosas transformaciones, en la Novena como en la Décima Épocas del Poder Judicial de la Federación.

“Tuve la oportunidad de impartir justicia con apego a una Constitución que consideré siempre legítima, he sido fiel a mi convicción, a mis principios y a mi vocación que afortunadamente siempre estuvieron en perfecta sintonía con mi función a lo largo de mi carrera judicial”, afirmó.

Manifestó que siempre ha aplicado la máxima frase de “sobre la Constitución, nada; y contra la Constitución, nadie”. En ella, subrayó, cree y así siempre trató de apegarse en todos sus votos, desde su propia visión jurídica.

Confió ahora, ya no como Ministro, sino como ciudadano en que la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con la prudencia y sabiduría que la caracterizan, dentro del ámbito de su competencia, encontrará la mejor manera de encauzar las nuevas herramientas del derecho, para el bien de México.

Finalmente, el Ministro Ortiz Mayagoitia destacó que su retiro es la culminación de su carrera. “Paso ahora a ocupar el estatus que me corresponde entre los Ministros retirados, todos ustedes en su momento alcanzarán esta misma calidad, cuando lo hagan, allá, en esa nueva adscripción, seguiremos siendo compañeros. ¡Los espero!”.