El estudio “Perspectivas económicas de América Latina 2013” publicado la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), junto con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), señala que el crecimiento económico de América Latina y el Caribe seguirá en 2012 a un ritmo moderado, en un escenario de elevada incertidumbre y volatilidad provenientes principalmente del sector externo.
De acuerdo con la CEPAL, la región crecerá en torno a 3.2% en 2012 y 4.0% en 2013. Por un lado, la región registra signos de moderación del crecimiento e inflación, aunque los mercados de trabajo mantienen dinamismo, esto debido a la expansión del consumo privado.
Asimismo, el estudio presenta un análisis de las principales variables macroeconómicas que influyen en el desarrollo de un país como lo son: inflación, productividad, innovación tecnológica y acceso al crédito; todo ello para los países de América Latina.
Caracterización y políticas de Pymes en América Latina
Las micro, pequeñas y medianas empresas (pymes) son un componente fundamental del tejido empresarial en América Latina. Su importancia radica en la participación en el número total de empresas y en la creación de empleos, y en algunos países puede incluso participar en el producto. Sin embargo, solo 70% del PIB regional proviene de grandes empresas, mientras que en la OCDE aproximadamente 40% de la producción se genera por dichas empresas y el resto por las Pymes.
Los rezagos en productividad y capacidad exportadora son ocasionados por la elevada heterogeneidad cultural de las economías de la región. Ésta y otras razones mantienen a las pymes en América Latina en una situación de desventaja respecto al resto de las empresas. Mientras las pymes no puedan superar dichas dificultades persistirán sus problemas de competitividad, generando un círculo vicioso de bajo crecimiento económico, pobreza y reducido cambio estructural.
Así, estas pequeñas empresas pueden erigirse en una palanca de transformación de las economías latinoamericanas, siempre y cuando estén acompañadas de un marco adecuado de políticas especialmente dentro de sus segmentos potencialmente más dinámicos. Los siguientes son los procesos necesarios para dicho logro:
- Contribuir a aumentar la productividad mediante cambios tecnológicos y organizativos. Asimismo, la entrada de nuevas empresas aumentaría la competencia e incorporaría nuevos modelos de negocios.
- Complementar las economías de escala de las grandes empresas. Las pymes pueden reducir los costos de transacción gracias al contacto cercano con clientes y a la toma de decisiones más rápidas.
- Desarrollar un papel importante en la creación de aglomeraciones productivas, de tal forma que se pueda generar un beneficio competitivo a través de la colaboración entre agentes económicos e instituciones en el plano local.
- Contribuir a la inclusión social al aumentar los ingresos de las microempresas y reducir su vulnerabilidad.
La evolución reciente de los sistemas financieros en América Latina no ha respondido adecuadamente a la demanda de instrumentos de crédito a nivel empresarial. Lo anterior debido a que, a pesar de que las pymes son la mayor parte de las unidades productivas y las responsables de cerca de 80% del empleo, menos del 15% del crédito total en la región tiene como destino el sector de las pymes. En el gráfico 1 se puede observar que los tres últimos escalones de la clasificación corresponden a países latinoamericanos, como Guatemala, Panamá y Perú, aunque Uruguay es el mejor clasificado con el 38.52%, mientras que el promedio de la OCDE es de 25.54% y el de América Latina es de 12.39%.
En particular, las pymes en México enfrentan diversos problemas, como la falta de financiamiento, la tramitología y tasas de interés elevadas. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), existen 4 millones 15 mil unidades económicas en el país, de las cuales 99.8% son micro, pequeñas y medianas empresas que aportan 52% PIB nacional. Estos negocios emplean 72% de la clase trabajadora nacional, pero 80% de ellos mueren durante su primer año de existencia ante la falta de créditos viables. De acuerdo con la Encuesta sobre la Evolución del Financiamiento realizada por Banco de México, 24.4% de las empresas obtuvo nuevos créditos en el primer trimestre del año. Sin embargo, 82.9% de las empresas se financia con proveedores.
Las nuevas regulaciones para el manejo de la liquidez, enmarcadas bajo Basilea II y emitidas en 2009 como respuesta a la crisis internacional, están enfocadas a fortalecer algunas medidas clave para evitar los problemas de liquidez manifiestos durante la crisis.
Entre los países bajo el Estándar de Basilea II se encuentran Brasil, México y Perú, mientras que Argentina, Chile y Colombia se mantienen bajo el Estándar de Basilea I. México cuenta con un coeficiente de solvencia de 8%, compartiendo el nivel más bajo entre los países latinoamericanos más importantes junto con Argentina y Chile. Brasil ocupa el primer puesto con un coeficiente de solvencia de 11%.
Pymes, innovación y desarrollo tecnológico
Estos factores son esenciales para acelerar el crecimiento e incrementar la productividad, generar empleos de calidad, reducir la heterogeneidad estructural y avanzar en procesos de mejoría de la distribución del ingreso y aumento de la igualdad. La inversión en I+D en los países de América Latina en 2009 fue 0.7% del PIB, esfuerzo inferior al observado en los países de la OCDE (2.4%). Esta brecha y la concentración de la I+D en pocos países son factores que explican el rezago de la región en esta actividad. Más aun, América Latina se encuentra atrasado con respecto a los actores que realizan las inversiones en I+D, pues mientras que en la OCDE las empresas realizan el 60% de la inversión, en la región éstas representan alrededor del 40%.
Las empresas son actores clave de un sistema nacional de innovación debido a que utilizan los avances científicos y tecnológicos en la producción para desarrollar nuevos productos y procesos o mejorar los existentes, lo que permite aumentar la productividad y competitividad. Dentro del sector empresarial, las estrategias y actividades de innovación de las pymes responden normalmente a estrategias informales y no son resultado de una planificación, lo que lleva a un desempeño innovador más débil y a un uso menos eficiente de la tecnología. De la misma manera, estas empresas se caracterizan por tener un bajo nivel de interacción con sus pares, otras instituciones y actores aminorando el impacto de sus estrategias de innovación. Asimismo, las pymes enfrentan restricciones comunes como el acceso al crédito, a recursos humanos calificados y la escasa pertenencia a redes, entre otras, lo que al final afecta el proceso de innovación. Aunado a este panorama, las pymes en Latinoamérica suelen demandar poco conocimiento, lo que también repercute sobre dicho proceso, a la vez que la innovación requiere economías de escala y alcance, lo que dificulta a estas pequeñas empresas a involucrarse en esta actividad.
Así, se puede concluir que los procesos de innovación no son aislados y espontáneos, sino que son causa y consecuencia de los flujos de conocimiento y de la interacción entre los agentes de los sistemas nacionales de innovación. El sector en que opera una empresa, su ubicación y la competencia que enfrenta son factores que influyen sobre la innovación. En tanto, el apoyo gubernamental es positivo para la innovación empresarial, con importantes efectos de “crowding-in’’ sobre la inversión en innovación, mientras que el sector de actividad es decisivo para el resultado de la innovación en las pymes. Por ejemplo, en Argentina, el sector automotor y las empresas intensivas en ingeniería protagonizan la innovación; en Colombia, las pymes que fabrican maquinarias, aparatos electrónicos, automotores, remolques y semirremolques, son protagonistas de la innovación.
Las pymes latinoamericanas concentran sus actividades de innovación en la transferencia e imitación tecnológica y así lo refleja la alta concentración de su inversión en maquinaria y equipamiento, en comparación con su inversión en I+D. Esto explica, en parte, por qué la concentración en innovaciones marginales en productos, procesos y actividades de innovación produce nulo o débil impacto en las posibilidades de acceso a los mercados internacionales. Por otro lado, los altos costos y riesgos de la innovación también inhiben esta actividad, especialmente entre las pymes, quienes tienen poco acceso a políticas y programas gubernamentales.
Además, las empresas de América Latina también presentan un bajo nivel de interacción con otros agentes del Sistema Nacional de Innovación (SNI), lo cual representa un obstáculo debido a que la colaboración y vinculación con estos agentes genera una baja incorporación del conocimiento científico y tecnológico en el sector productivo, a la vez que aumenta costos e incertidumbre.
Si bien algunas empresas latinoamericanas han llegado cerca de la frontera tecnológica mundial en algunos campos, tienden a ser “islas tecnológicas” insertadas en una región que se caracteriza por su estructura productiva con una alta heterogeneidad estructural.
Para que los países de América Latina converjan hacia un desarrollo inclusivo, es indispensable aumentar la inversión empresarial en innovación e I+D, con el objetivo de lograr un crecimiento significativo de la productividad y la competitividad. Esto resalta la importancia de diseñar y ejecutar políticas industriales que se complementen con políticas de ciencia, tecnología e innovación.
Las TIC en las pymes latinoamericanas
Actualmente se observa una amplia brecha que separa a los países de América Latina respecto de los países de la OCDE en cuanto a la sofisticación de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) utilizadas. Aunque las pymes formales han reducido la distancia en cuanto a infraestructura de TIC básicas, como telefonía móvil y fija, ordenadores personales y el uso del internet, el rezago ha aumentado en tecnologías complejas. Hoy en día, la mayoría de las pymes latinoamericanas parece ubicarse en una segunda etapa de incorporación de las TIC, la cual se relaciona con la creación y gestión de registros en los que ésta es utilizada para agilizar procedimientos administrativos, con impacto en las actividades de generación de información.
Es en la tercera etapa, cuando las TIC proveen el soporte para la toma de decisiones y permiten modificar el procesamiento de la información, en donde las pymes evidencian un rezago mayor. En la cuarta etapa, donde la existencia de TIC implica adaptar el equipamiento y las capacidades del personal, se encuentra un número muy reducido de empresas, principalmente transnacionales. Cabe destacar que cuando las tecnologías de la información y la comunicación que incorporan las empresas representan una ventaja para el desarrollo de innovaciones, se considera que han alcanzado una adopción profunda de las TIC.
Un factor indispensable para el uso eficiente y productivo de las TIC es la disponibilidad y calidad de la banda ancha, la cual facilita el desarrollo de complementariedad en sectores sociales y productivos. Algunas de las dificultades que restringen el acceso al servicio en América Latina son: la falta de economías de escala, los altos precios de este servicio, el alto costo de acceso internacional y la baja conectividad entre los países de la región. Así, la penetración de la banda ancha en los países de América Latina se encuentra muy por debajo de los países desarrollados y de otras regiones del mundo. Su uso está al alcance solo de reducidos segmentos de la población.
Lo anterior se puede ver reflejado en las tarifas de un megabit por segundo en banda ancha, en relación al PIB per cápita. Mientras que la tarifa de la República de Corea es de cero, la de Francia de 0.1 y la de Italia y España de 0.2, México tiene una tarifa de 1.7. No obstante, México registra una de las menores de la región, después de Panamá (1.6) y de Chile y Uruguay (1.3), pues se puede comparar con las altas tarifas registradas en Bolivia (55.0), Nicaragua (19.5), Guatemala (15.7), Honduras (10.0), Paraguay (8.6) y Perú (7.1). Además, la calidad de la conexión también restringe el uso de la banda ancha en la región. Una medida tradicional de la calidad es la velocidad de la conexión. En la región, la calidad de la banda ancha, medida por la velocidad de conexión, es inferior a la de los países desarrollados. Así, mientras que España y Francia registran 12 megabits por segundo, México registra alrededor de 5, ubicándose por debajo de países como Chile y Brasil. Sin embargo, en este factor también se encuentra por arriba de la mayoría de los países de la región, destacando Perú y Bolivia, los cuales registran menos de 2 megabits por segundo y Argentina, Colombia, Ecuador, Panamá, El Salvador, con menos de 4.
En conclusión, en América Latina se requieren políticas para promover la innovación en las pymes e incluir también a las microempresas. Dado que no hay programas adecuados para las pymes de bajo dinamismo, o estas no pueden acceder a los existentes, aumenta la brecha con las empresas más grandes, donde se concentra la innovación. Asimismo, son necesarias políticas industriales que incentiven el desarrollo de nuevos sectores y tecnologías, articulen los esfuerzos públicos y privados, aumenten la inversión en innovación, generen un ambiente propicio para la innovación y faciliten el financiamiento para estas actividades e incentiven la formación de recursos calificados.
Articulación productiva, clusters y cadenas de valor
Para revertir el rezago productivo y exportador de las pymes de América Latina es necesario implementar políticas de articulación productiva eficientes basadas en instrumentos que promuevan la cooperación empresarial y la colaboración institucional con el objetivo de crear un entorno de negocios dinámico e innovador.
En general, las pymes de América Latina tienen dificultades para incorporarse a las corrientes comerciales y productivas que caracterizan a la economía globalizada. De acuerdo con datos del Banco Mundial, las tasas de exportaciones directas e indirectas de las pymes de la región alcanzan únicamente la mitad de los niveles registrados en Europa y son un tercio menores que las observadas en cuatro países de Asia oriental. Así, existen dos realidades, un conjunto de empresas, en su mayoría pymes, que opera en un ámbito local o nacional, y otro núcleo globalizado, sesgado hacia las empresas más grandes.
Bajo el concepto de articulación productiva se agrupan diferentes modalidades de acuerdos de colaboración entre actores económicos orientadas a aumentar la competitividad de las firmas y la eficiencia de las instituciones de apoyo. Los programas de apoyo basados en la articulación productiva han tenido una amplia difusión en los países de la región, sobre todo a partir de la segunda mitad de la década de los noventa.
Entre los principales instrumentos utilizados para el fomento de la articulación productiva en América Latina han sido: subsidios para financiar acciones colectivas que mejoren la competitividad de las empresas y el apoyo fiscal y crediticio. Por otra parte, los mecanismos de articulación productiva son soluciones operativas ante debilidades y carencias productivas, competitivas y de desarrollo que en muchas ocasiones las empresas no están en condiciones de enfrentar de forma individual.
En relación con los clusters, éstos se definen como un conjunto de empresas especializadas en un sector, o en actividades productivas relacionadas, en el que también participan instituciones que interactúan con las empresas e inciden en su desempeño competitivo. En general, los casos que buscan el desarrollo de la competitividad de los clusters enfrentan problemas de interés común a las empresas del sector o de la cadena productiva. Por otro lado, las acciones colectivas pueden tener externalidades significativas, fomentando así un mecanismo de eficiencia colectiva.
Finalmente, la profundización de la tendencia hacia una mayor globalización ha llevado al surgimiento de sistemas internacionales de producción integrada, redes globales de producción y conceptos como el de cadenas globales de valor. La integración en cadenas globales de valor puede causar diferentes beneficios como contribuir a la diversificación de las exportaciones, generar nuevos empleos, adquirir nuevas capacidades tecnológicas, mejorar la eficiencia del proceso productivo de las empresas, participar en líneas de productos más sofisticadas, incorporar nuevas funciones en la cadena con un mayor valor agregado y la expansión de los clusters hacia nuevas actividades productividades.
La deuda pública de México presenta un incremento constante desde el 2008, aunque todavía permanece por debajo del porcentaje promedio. La cifra de la deuda pública bruta de México, como porcentaje del PIB, de 35.5% para el 2011, se ubica por debajo del 54.2% de Brasil, la mayor economía de América Latina, del 41.2% de Colombia y del 40.0% de Argentina. Sin embargo, es notablemente superior al 16.5% de Chile. En relación con los flujos medidos por el balance presupuestario, éstos reflejan que Bolivia, Chile, Paraguay y Perú presentan situaciones sólidas, al contrario de México, que incluso presenta una cifra negativa.
Diario Jurídico México comparte el estudio completo.
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