Calderón no apoyará a Correa.- Jesús González Schmal

Foto: Página Jesús González Schmal

Julian Assange el fundador de Wikileaks, como lo señalábamos hace meses en este mismo espacio, está realizando la Revolución democrática más importante de nuestra era. El prodigioso avance en tecnología de la comunicación que los innovadores universalizaron, inicialmente serviría al mundo financiero para la aceleración de sus transacciones, más adelante para los recaudadores de impuestos y gradualmente para información e intercomunicación global. En el inter, el país más poderoso del mundo la adoptó, previa la encriptación de los mensajes para la más rápida transmisión de sus órdenes de carácter diplomático y militar.

Fue en éste último uso que Assange tuvo la iniciativa de introducirse para desentrañar la comunicación interna de Washington y sus relaciones con el resto de los países del mundo. El hecho no hubiera tenido importancia si las susodichas comunicaciones coincidieran con las que, a nivel informativo, publicaba Washington en los medios de información convencionales o en las declaraciones ante organismos internacionales. La verdad es que lo que Assange descubrió de éste cotejo es el que la Casa Blanca dice una cosa y hace otra radicalmente distinta.

Pero lo peor es que no solo el gobierno estadounidense opera así, sino lo que también revela Wikileaks es que una buena parte de los gobiernos lo hacen igual ante sus pueblos y, con esto se descubre la trama de que los poderes políticos son todo menos democráticos, ya sea por su propia idiosincrasia, ya sea por sumisión y servilismo al poderío país de las barras y las estrellas.

Por ejemplo, a los mexicanos Wikileaks nos descubrió una conversación de Felipe Calderón con el director de Inteligencia Nacional estadounidense, Dennis Blair, a quien Calderón rogó ayuda frente a la amenaza que significaba López Obrador porque, según el panista éste tenía vínculos con Hugo Chávez y pretendía hacer lo mismo que el venezolano en México. Llegó al extremo de ofrecerle los oficios de México para contener un liderazgo riesgoso de la izquierda en Latinoamérica. Mucho más material de éste tipo debe existir en las grabaciones de Assange por lo que su conocimiento constituye un potencial informativo para los pueblos que quieran entrar en las intimidades políticas de sus gobernantes para saber quienes los gobiernan y, para que propósitos.

Los Estados Unidos evidentemente estarán deseando que Assange sea trasladado a Suecia desde donde podría ser extraditado a Washington para sufrir la suerte del soldado norteamericano que se supone dio información en disquetes, que Assange había empezado a difundir, pero que tuvo que suspender frente a la amenaza de su detención por las autoridades británicas.

Honra a Ecuador y a los diversos países de América Latina, que se han solidarizado con el gobierno del Presidente Rafael Correa, ante las amenazas del gobierno de David Cameron de asaltar la embajada ecuatoriana en Londres para aprehender a Assange. Habla también en favor del desarrollo democrático de nuestros pueblos hermanos del sur, que desde la sede diplomática ecuatoriana en Londres Julian Assange se dirija al gobierno de Obama para reclamarle la libertad de expresión al mundo y no atentar contra este sagrado derecho democrático que en los discursos defienden pero que, en la práctica, atropellan.

México no puede quedar al margen de ésta defensa fundamental y debe solidarizarse con Ecuador. Patricia Espinoza apenas tímidamente llamó a una conciliación entre Londres y Quito cuando en los mejores tiempos de la política exterior mexicana hubiera requerido una fuerte reclamación a la Gran Bretaña por sus insolentes amenazas a la representación diplomática de un país soberano. En el fondo Espinoza como Calderón y, seguramente Peña Nieto, preferían que Assange fuera extraditado a Suecia y después ejecutado en Estados Unidos.

Las últimas conquistas políticas, la del derecho humano a la información se han dado a través de la obligación de la transparencia de sus gobiernos; ello constituye la fórmula imprescindible para vivir una democracia cotidiana en la que participe el pueblo con pleno conocimiento de los asuntos públicos para intervenir en su carácter de opinión pública activa.

Wikileaks entonces, es la avanzada informativa más moderna que pondrá en su lugar a los gobiernos simuladores y a los países poderosos que someten a peleles de todo el orbe por la vía de la compra o cooptación, vulnerando soberanías sin contemplaciones de ninguna especie. Si la transparencia nutre la democracia al interior de los países, la eliminación de los secretos que comprometen la independencia de los pueblos abrirán la democracia internacional.