=Por Jesús González Schmal=
La afrenta de construir los 1300 kilómetros faltantes de la muralla fronteriza, y la servil respuesta del gobierno mexicano justificando el hecho por tratarse de una decisión de la competencia soberana de los Estados Unidos, no tiene precedente en nuestra historia patria o más bien lo tiene por su similitud con la firma del llamado Tratado de Paz, Amistad y Límites, conocido como el de Guadalupe Hidalgo en 1848, cuando entregamos más de la mitad de nuestro territorio. Ahora a Peña Nieto le agrada que, en definitiva, lo cerquen para que no se nos vuelva a ocurrir decir que fue un despojo y que sus habitantes originarios eran mexicanos (incluyendo los pueblos autóctonos que lo estaban siendo a través del mestizaje).
La ley migratoria de Obama fue un buen pretexto para conseguir meter la muralla y la sobrevigilancia de la línea fronteriza con más de 40 mil activos militares y toda clase de sofisticados sistemas de detección de intrusos indocumentados, en la justificación de un aumento de presupuesto de los 18 mil millones de dólares de costo anual actual a algo así como 50 mil millones en un futuro próximo, sin contar 7 mil 500 en materiales para el muro y 4500 más en tecnología.
Lo que no se dijo en este show de los ocho diputados de ambos partidos, que proponían la reforma migratoria, fue que lo que en realidad se buscaba era resolver un problema económico que se les está presentando con la desocupación gradual de Irak y Afganistán. Con éste regreso de tropas quedaran ociosos decenas de miles de soldados y se detendrá el abastecimiento de equipos, vestimenta, pertrechos y armas de la industria bélica norteamericana que requiere de un consumo permanente para subsistir.
No es remoto que los Estados Unidos busquen otro punto de conflicto para no detener su producción armamentista. No se puede en la actual crisis desocupar soldados para agravar el desempleo. El régimen capitalista requiere de la guerra para sobrevivir y acrecentar el dominio del control mundial. Por ahora, la frontera sur con un vecino incompetente para contener la violencia es un excelente motivo para no detener el gasto bélico.
En información difundida en Washington se supo que el plan para reforzar la frontera incluido en la reforma migratoria, aprobada en el Senado, específica que armamento tiene que ser adquirido. El plan requiere de inmediato seis sistemas de radar aéreo de la compañía Northrop Grumman de 9.3 millones de dólares cada uno. Ocho helicópteros ligeros de la compañía American Eurocopter de 8 millones por unidad. Quince helicópteros Black Hawk de la empresa Sikorsky con costo de 17 millones de dólares por aeronave.
En la misma línea de helicópteros se añaden 17 más UH-IN de la compañía Bell sin que se fije costo alguno, como tampoco se menciona en una extensísima relación de equipo que se describe, en la que no se identifica el fabricante. Por ejemplo se menciona 4595 sensores automáticos de tierra y 104 dispositivos de detección de isótopos radioactivos.
También, como ocurrió en México, en el listado de equipos y armas se deja a la discreción del Departamento de Seguridad Nacional escoger los proveedores y contratistas para la construcción de la muralla. Tal como ocurrió aquí con “los amigos de fox”, en Estados Unidos ya se sabe que éstos serán los donantes de la campaña de reelección de Obama.
Bien se sabe que entre éstos gastos necesarios de la industria militar de Norteamérica, se han estado erogando los fondos para la compra de equipos y la impartición de capacitación del Plan Mérida de Calderón que son recuperables para el tesoro norteamericano porque se trata de créditos blandos durante seis años, que se ha prorrogado con Peña Nieto, aunque no se conocen con precisión, los montos exactos.
México no ha reparado siquiera en el efecto ecológico que el muro producirá en ambos lados y, tampoco, el lugar preciso de su ubicación, estando el Río Bravo en el eje divisorio. Sólo bastarían estas razones para promover la instancia ante la Corte Internacional o en las propias Naciones Unidas puesto que es una afrenta humanitaria y un atentado al medio ambiente. Imaginemos al futuro un mundo amurallado en la era de la globalización. Cuando Salinas firmó el Tratado de Libre Comercio, de dejó engañar con la promesa de el libre tránsito en ambos sentidos. El entreguismo desde entonces, desnuda la cruda realidad de hoy. No hay camino de regreso.
La Cámara de Diputados en la Unión Americana podría cambiar este rumbo. Es poco probable porque el apremio financiero de Obama y los republicanos resistirán hasta lo último. La cacareada ley contra la venta de armas a cualquier ciudadano sin requisito alguno, ya ha sido prácticamente congelada. La exportación clandestina a México seguirá en pleno auge. Los gobiernos nacionales se conformaran con estar insistiendo que se termine con ese comercio criminal. Sin embargo dejarán seguir pasando los cargamentos sin que haya posibilidad de detenerlos. Así de deplorable es el patriotismo de nuestras autoridades.
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