=Por Jesús González Schmal=
En mi anterior colaboración nos referíamos al caso del juicio marcial que en Estados Unidos se inicio contra el soldado Bradley Manning, y su intención oculta de que, una vez concluido, se pueda atraer a los tribunales norteamericanos a Julian Assange, el australiano creador de Wikileaks que ha puesto a disposición del mundo la información electrónica sin censura, de las comunicaciones dentro del gobierno. El propio Assange ha reconocido que está en la mira de la venganza de gobierno norteamericano por lo que ha revelado.
Ahora explota otra bomba en el gobierno del Obama. Resulta que los periódicos The Guardian y Washington Post publican que su agencia de inteligencia más grande y más secreta, la NSA Agencia de Seguridad Nacional, tiene la capacidad de introducirse y conocer el contenido de la comunicación, chats, correos, fotos, videos etc, de todo lo que captan las principales empresas del mundo cibernético Microsoft, Google, Yahoo, Facebook, Skype.
Pero he aquí que quien entregó y descubrió éste secreto fue otro joven, ahora norteamericano de nombre Edward Snowden quien trabaja precisamente para la NSA como experto en telecomunicaciones. Esta denuncia la hace atendiendo a un llamado de su propia conciencia pese al riesgo que representa, ya que considera su deber dar a conocer éste horrendo aparato de espionaje, inspirado en el Big Brother de George Orwell, pero que representa la intromisión directa en la vida de cualquier ciudadano del mundo que puede ser localizado en el más recóndito rincón por vía satélite, para obtener incluso imágenes dentro de su domicilio y desde luego la intervención de todas sus comunicaciones.
Este espionaje a su máxima potencia constituye, junto con los aviones no tripulados (drones) que han estado proliferando y por los cuales también fue cuestionado Obama, las más mortíferas armas de dominio norteamericano cuyos gobiernos, con sólo amenazar con investigar a cualquier persona o grupo que reclame transparencia en el ejercicio del poder, provocando que éste se inhiba o desista de ese derecho humano a la información que cualquier individuo puede ejercer. El Estado omnipotente, sin contrapeso de crítica y sin demanda de información ciudadana, es en suma, lo que pretende ésta estrategia operada hasta ahora en secreto por Washington.
La lógica democrática que avanzaba con la conquista palmo a palmo del derecho a la información, que es el mismo derecho a la transparencia de la función pública y de los individuos que la desempeñan, se invertirá y ahora será el gobierno el que tenga la iniciativa de hurgar y penetrar en la vida privada de quien potencialmente pueda ser un ciudadano exigente en el derecho a ser informado por su gobierno.
Obama naturalmente no negó la existencia del sistema de la NSA sino, contrario a lo que criticó en su campaña, ahora se sitúa en la posición de Bush para justificarlo, diciendo que se trata de defender al país del terrorismo. Barack llegó a decir que los ciudadanos “tienen que tomar decisiones entre la privacidad y la seguridad” y, acosado por las preguntas de los reporteros llegó al extremo de suplicar: “confíen en mí, estamos haciendo lo correcto, sabemos quienes son los malos…”
Otra vez el fundamentalismo del destino manifiesto. No se incurre, no se incide en las causas del descontento internacional que cosifica al ser humano en aras de la ganancia y poder de los grandes grupos que controlan a sus propios gobiernos. Se actúa a priori, unilateralmente, se ha de hacer lo que se piensa Washington, no hay espacio para disentir, las decisiones se aplican y se obedecen. El gobierno se entiende ya no para promocionar el bien de todos, sino para proteger a todos del enemigo que el mismo gobierno identifica por sus propios medios.
Imaginémonos lo que éste programa cibernético significa para doblegar a cualquier gobierno del mundo y el poder que adquiere el Presidente de los Estados Unidos para someter a cualquier Nación que, en ejercicio de su soberanía pueda contradecirlo. Lo cierto es que una causa genera su propio efecto. Es posible que China u otra potencia replique el sistema para que ahora si, la paz mundial que ofreció Obama y por la que recibió el Premio Nobel, se convierta en un infierno.
Este infierno que se está creando no es metafórico, la desviación cada día más intensa y evidente de un poder como el norteamericano que actúa con paranoia y delirio de persecución, utilizara todos sus recursos económicos y tecnológicos para su defensa por la vía de la inteligencia que no es, sino el procaz espionaje ahora despersonalizado a través de la cibernética para que no haya un espacio del mundo y persona en él, que no pueda ser localizado, radiografiado en su propio domicilio, computadora o teléfono para clasificarlo como enemigo y eventualmente acribillarlo mediante drones dirigidos.
Julian Assange, Bradley Manning y ahora Edward Snowen, han descubierto para la humanidad, está silenciosa capacidad destructiva ilimitada que cada día más soporta las decisiones de gobernantes obsesivos, que más pronto que tarde, serán victimas de sus propias trampas.
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