=Por Jesús González Schmal=
¡Es absurdo! Por ningún lado tiene lógica la obsesión peñanietista, como no la tuvieron en el mismo sentido los intentos de Fox y de Calderón para la llamada privatización de Pemex. No tiene sentido, en primer lugar, porque el argumento inicial que se esgrime es el de que Pemex requiere de enormes inversiones para ser productiva (rentable), para lo que no tiene el gobierno capacidad que si tienen los inversionistas privados.
Tal argumento se cae por su propio peso porque, si los capitalistas van a meter dinero, es obviamente porque van a tener ganancias para recuperar su inversión, lo cual es exactamente lo que la Constitución manda en su articulo 73 fracción VIII “…ningún empréstito podrá celebrarse sino para la ejecución de obras que directamente produzcan un incremento en los ingresos públicos”, lo que quiere decir que, todos los préstamos que suscriba el gobierno a nombre de la Nación, serán autoliquidables con el producto de la aplicación del crédito. Luego entonces, si Pemex ésta obteniendo utilidades brutas antes del pago de los altísimos impuestos, es incuestionable que los magnates o empresas extranjeras que exploten a Pemex, querrán de inmediato que les reduzcan los impuestos para obtener utilidades y poder amortizar su inversión.
El siguiente razonamiento que se hace es el de que, como Pemex esta burocratizada y tiene uno de los sindicatos más corruptos del mundo, además es presa de los buitres contratistas que la esquilman y de los prestadores de servicios y proveedores que inflan sus precios para pagar mordidas y tener ganancias escandalosas, automáticamente se convierta en una empresa eficiente y honesta si sus dueños son particulares nacionales o extranjeros. La experiencia es que precisamente, han sido éste tipo de empresas, las que han quebrado por deshonestidad de sus directivos y, defraudación a los fondos de los ahorradores. Los ejemplos sobran Lemon Brothers entre muchas en el campo financiero y, la empresa de energía más grande del mundo y de los Estados Unidos Enron.
No se diga de los innumerables bancos privados que han arruinado la economía europea por su voracidad. La privatización de Pemex que empezará con los supuestos contratos de riesgo compartido y ganancias repartibles, provocará lo que sucedió con la energía eléctrica que empezó con permisos de generación para autoconsumo y que llega hoy al 40 por ciento de la producción privada de ésta energía. Resulta que la CFE al prorratear sus costos en menor volumen de ventas, acrecienta sus pérdidas; lo mismo seguramente ocurrirá en Pemex que se quedará con los negocios no redituables y trasladará a sus favorecidos los más jugosos que obtendrán altas utilidades con los menores impuestos que ahora tendremos que pagar los mexicanos, en IVA y otros cargos fiscales.
La prueba de esta maniobra es muy clara. Pemex en efecto, gracias a su pésima administración, al robo por sustracción de ductos, por refinar gasolina en Estados Unidos, etc., ha acumulado impresionantes pasivos, adeudos que ahí están y que anualmente el Congreso ordena que se paguen de la propia empresa, sin que disminuyan, porque se vuelven a contraer nuevos (los que ganan son los bancos extranjeros con los intereses que entregan a sus matrices). La estrategia de los capitalistas, al entrar a Pemex, es el que a la larga, cuando ya se queden solos con la administración total, dichos pasivos se carguen a deuda pública y se abra un nuevo IPAB para que lo paguen el pueblo y las futuras generaciones de mexicanos, como la privatización y extranjerización de los bancos durante el salinato, que se siguen pagando del presupuesto federal anual.
El ejemplo de Telmex según algunos privatizadores es típico por su expansión y grandes utilidades. Habrá que ver este ejemplo con cuidado para no llegar a conclusiones equivocadas. Primero, Teléfonos de México, paraestatal, si tenía números negros, es decir utilidades. Segundo, si bien tenía atrasos tecnológicos y de servicio, lo cierto es que también tenía tarifas razonables para el ingreso promedio de los mexicanos. Tercero, cierto que si se han reducido un tanto las tarifas, fueron largos años que, con la privatización, tuvimos las más altas del mundo. Luego entonces, la capitalización de Telmex al grado de su expansión mundial proviene de las altas tarifas que pudieron cobrar. La pregunta es si fue el mejor camino privatizarlo o hubiera sido mejor una empresa mixta (pública-privada) y modernizarla, para mantener tarifas bajas y permitir con ello que el ahorro de los usuarios, se destinara a otros consumos que activarían diversos sectores de la economía que generan empleos.
El constituyente mexicano de 1917, no se cargo para ningún lado público o privado. Estableció, para la mayoría de los casos un sistema mixto que no ha avanzado lo suficiente pero que es idóneo para el equilibrio en lo financiero y en lo administrativo. Sin embargo para las áreas estratégicas como son el petróleo, la electricidad, energía nuclear, la exclusividad para el Estado se considera ineludible. El reto por lo mismo no radica en exponer a un riesgo fatal la entrega de ésta exclusividad pública, sino en aprovechar el efecto detonador de ésta área en el resto de la economía privada, para hacerla productiva y no renunciar a ello en favor de nuevos dueños nacionales o extranjeros, que lucren para su exclusivo provecho.
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