(Los artículos de opinión publicados en el sitio no reflejan el punto de vista de Diario Jurídico, sino de quien lo escribe)
=Por Lic. Ramón Zamudio Sánchez=
Uno de los problemas más frecuentes en los campus universitarios se origina porque diversos rectores, basados en una malentendida autonomía universitaria, acostumbran imponer a sus amigos en la cúpula directriz, sin importar la capacidad del elegido y sin respetar la reglamentación interna.
Dudé en escribir el presente artículo por la evidente cercanía con el actor pero, sin el conocimiento de lo que ocurre en la Universidad Autónoma de Chapingo, extensivo a otras universidades, el problema continuará más de lo necesario, con mayores daños a la sociedad en su conjunto al continuar con una cultura basada en la insuficiencia, sin respeto por las leyes y con la premisa del “dejar hacer para poder ser”.
El día 23 de abril pasado se acordó concederle la distinción de Profesor Emérito al Dr. Francisco José Zamudio Sánchez, quién no asistió como una forma de protestar contra las acciones indignamente ilegales de las que ha sido objeto por parte de la administración actual de la Universidad Autónoma Chapingo. Con objeto de una mejor comprensión reproduzco textualmente el testimonio del propio Dr. Zamudio:
“Conocí al actual rector en un desayuno al que me invitó en Toks. Andaba en precampaña. Su intención era describirme sus méritos para ser rector. Dos de ellos fueron los que repitió con mayor insistencia, su habilidad para obtener dinero (habló de haber conseguido en su departamento 40 millones para tractores) y su capacidad de gestión para resolver conflictos (haber sido jefe de su departamento dos veces, apoyaban su dicho). Dos años dura su gestión como rector y los resultados se pueden juzgar por las dos huelgas (cuatro si se consideran las de ambos sindicatos en la Universidad) de varias semanas y los incrementos nulos al presupuesto universitario (sabemos que es Hacienda quien decide sobre este particular, aunque los funcionarios acostumbran darse créditos por ello). La razón por la que me invitó la desconozco, en general, varios precandidatos y candidatos me invitan a platicar sobre la Universidad, invitaciones a las que asisto por respeto, como universitario.
Ya como candidato, se presentó, al igual que los demás aspirantes, a la Coordinación General de Estudios de Posgrado (CGEP), de la que formo parte, a exponer sus ideas. De manera diligente prometió que respetaría las decisiones de tal instancia. En otra reunión que tuvo la CGEP con él, siendo ya Rector, en la sala de rectores, repitió su promesa. Los demás miembros de la CGEP atestiguaron sus palabras.
Durante todo el tiempo que el posgrado ha estado coordinado por la CGEP (aproximadamente desde 1983 cuando fui elegido primer Coordinador General de Estudios de Posgrado), indistintamente de las polémicas semánticas acerca del Reglamento General de Estudios de Posgrado (RGEP), el Coordinador General de Estudios de Posgrado (COGEP), fue el que recibió más votos de la CGEP en el proceso de selección del mismo. El año pasado se llevó a cabo tal nombramiento, siendo el suscrito, el que más votos recibió, 9, el segundo lugar obtuvo 7 y el tercero 6. El Director General Académico, sin tener normatividad alguna donde lo señale con la atribución para hacerlo, a excepción de la que diseminan los funcionarios actuales y algunos consejeros universitarios sin enseñar documento alguno que los avale, propuso al CU el nombramiento de quien obtuvo 6 votos, quien ahora funge como COGEP, es decir, se nombró al que menos votos colectó en la CGEP. El CU sancionó el nombramiento del Director Académico sin siquiera permitirme hablar. Es claro para todos que el Director General Académico no actuó sin el consentimiento del Rector, de otro modo éste lo hubiera aclarado en el CU.
En este acto de autoritarismo están implícitas varias consecuencias, de las que sólo menciono algunas en beneficio de la brevedad.
Quienes faltan a la verdad suele considerárseles en el conjunto de falaces, y, una institución como la nuestra mucho pierde con tener un representante que no se conduce con la verdad. Entiendo que el papel político de un rector limita su voluntad personal, pero prometer públicamente conductas que en un tris se niegan, alcanza grados de hipocresía insana.
Quienes se juntan con otros para romper usos y costumbres reconocidas, se dice que corrompen y se les agrupa en el conjunto de los corruptos. Lo que la administración actual hizo al contrariar el uso y costumbre nombrando como COGEP al que menos votos dieron los de la CGEP fue un acto de corrupción, 30 años de crecimiento sólido en el posgrado no detuvo a la actual administración para ello.
A quienes gobiernan arbitrariamente se les denomina déspotas y se les agrupa en el conjunto de los sátrapas. Quien actualmente rige nuestra Universidad lo hace arbitrariamente, al menos por lo que toca al precepto más elevado de esta institución, como lo es la democracia. Haber nombrado al que menos votos obtuvo, en el proceso de elección, es un golpe, no para el posgrado, sino a la institución. Es la corroboración de lo que muchos comentan viene sucediendo en la Universidad, su transformación en una estructura vertical de mando (como en las empresas), destruyéndose el modelo democrático ganado en la ley que crea a la Universidad en 1976. Mientras que el mundo aspira a caminar hacia la democracia, los que tanto lucharon por ella en Chapingo, ahora se ven retrogradados por quienes no ven mejor opción para insertarnos en la inercia global económica y tecnológica.
Poco queda de aquel objetivo, plasmado en nuestro estatuto, de formar personas con un juicio crítico, democrático, nacionalista y humanístico y un elevado espíritu por el trabajo; cualquiera que observe las votaciones negociadas en el Consejo Universitario estará de acuerdo que ahí no está presente el juicio crítico. Quienquiera que vea nombrar al que menos votos recibió, para desempeñar un cargo, sabe que quien decide no lo hace bajo juicio democrático. Se requiere ignorar cosas elementales para no concluir que quien atropella los derechos humanos de otras personas no tiene un juicio humanístico. Así, los que comandan ahora nuestro máximo órgano de gobierno, están aniquilando ideales que cientos de años les han tomado a las personas conseguir.
Las políticas que se han instalado en la Universidad por los grupos que las comandan son de una naturaleza que presagian el advenimiento de un estado de inseguridad, al interior de la institución, como el que vive el país. Me explico. Quienes manejan la arbitrariedad, en la inocencia de que no habrá otros más salvajes que vengan por el botín que se apropian, pierden la visión histórica que antecede a nuestra moderna civilización occidental, cuando las situaciones se dirimían fuera de un estado de derecho y era campo fértil de bárbaros asesinos. Lo que están haciendo es colocar el sustrato para darle cabida a las verdaderas mafias que lamentaremos todos cuando arriben, si es que no ya están aquí, como muchos en nuestra comunidad ya aseguran.
Urge que los grupos de poder de la Universidad recapaciten y moderen sus ambiciones. Urge que estudiantes y maestros actúen con la seriedad y reflexión que requiere la precariedad en la que se ha sumido a nuestra Universidad. Este es el mensaje de mi testimonio y la justificación de mi ausencia en la designación como Profesor Emérito”.
Lo anteriormente expresado por el Doctor en Filosofía con mayor en Estadística, Francisco José Zamudio Sánchez, pone a la vista hechos que son un retroceso para la formación de académicos, profesores y estudiantes, en una rama como la agrícola de urgente prioridad en nuestro país y que requiere, sin lugar a dudas, la intervención de las más altas autoridades para crear una reglamentación universal, que respetando la autonomía universitaria forje condiciones educativas para lograr estudiantes, profesionistas y académicos con: un juicio crítico, democrático, nacionalista, humanístico y elevado espíritu por el trabajo.
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