=Por Jesús González Schmal=
Ya para el domingo 11 de mayo, la tragedia de Ecatepec había desaparecido de la primera plana de los periódicos nacionales. El viacrucis de las familias victimas del desastre del choque de una pipa de gas con doble remolque, apenas empezaba. Los que perdieron padres, hijos, hermanos, ya los habían sepultado gracias a la prontitud de las autoridades del Estado de México que purgaron su culpabilidad patrocinando sendos funerales para que todos enterraran a sus muertos lo antes posible.
Las viviendas arrasadas por la explosión y el incendio empezaron a ser removidas y el cascajo retirado para limpiar el escenario del crimen. El gobernador del Estado se adelantó a la compañía aseguradora de la empresa “Termogas” y se apresuró a salir en la tele ofreciendo los paquetes de dinero y materiales para la inmediata reconstrucción. La opinión pública nacional no reparaba en que éste es otro de los ya más frecuentes accidentes multiasesinos de los inmensos tractores que arrastran doble remolque de toda clase de cargas y sin límite alguno de peso que rebasa las 70 toneladas en cajas, plataformas o pipas.
Nadie repara en que desde que Carlos Salinas en 1994 privatizó los Ferrocarriles Nacionales de México, y entregó mas de 30 mil kilómetros de vías, lo hizo con la justificación de que la carga de mercancía pesada que se hacía por carreteras era un absurdo no sólo porque constituía un peligro como se ha comprobado en los accidentes frecuentes con saldos de muertos y daños materiales sino, también, el costo al transitar por carreteras con exceso de peso era descomunal por el daño que se hace a la cinta asfáltica, incapaz de resistir tales sobrecargas. La reparación y mantenimiento de carreteras es una erogación que paga el pueblo irremediablemente y que tenía solución si, en vez de trasladar carga pesada en trailers, se hace por los rieles del ferrocarril.
El tiempo ha pasado y ni Zedillo ni Fox, ni Calderón, supervisaron las condiciones que se les impusieron a los concesionarios particulares de vías ferroviarias, para que efectuaran el servicio de transporte de carga haciendo puertos de embarque accesibles y fijando tarifas razonables. Lo cierto es que a casi veinte años de distancia, el servicio es peor que el que prestaba Ferrocarriles Nacionales de México, no se han hecho inversiones, ni se ha reducido la carga pesada por carreteras.
Los ferrocarriles privatizados y extranjerizados, apenas han crecido transportando los automóviles de exportación de las plantas maquiladoras a los Estados Unidos porque, en el interior se siguen moviendo con nodrizas de doble piso por carretera.
A pesar de que las empresas ferroviarias suprimieron totalmente el transporte de personas por incosteable, el transporte de mercancía terrestre sigue haciéndose en su gran mayoría por carreteras con el alto costo de vidas, seguridad, combustible, reparación de caminos, horas hombre pérdidas y trastornos vehiculares por la saturación de carreteras con trailers de doble remolque.
¿Quién ha impedido que la norma oficial que prohíbe el uso de sobrecarga por carretera y uso de doble remolque se multiplique?. La respuesta la saben Fox, Calderón y Peña Nieto. Sus tres secretarios de comunicaciones han sido omisos, o cómplices activos, de la Cámara Nacional de Autotransporte de Carga, que han mantenido el control de la Comisión de Transportes de la Cámara de Diputados y de los titulares de las Secretaría de Comunicaciones y Transporte para que no se aplique la norma de limite de peso y largo, (30 toneladas y un sólo remolque) provocando que cinco mil accidentes con victimas mortales, ocurran cada año en nuestra red carretera.
Hoy debe sumarse a la irresponsabilidad de Juan Molinar Horcasitas no sólo las muertes de los niños de guarderías ABC en Hermosillo con 49 niños calcinados y 76 lisiados, sino miles de victimas en carreteras porque en su gestión se coludió con la voracidad de la Canacar para permitir el doble remolque y el sobrepeso sin restricciones. Esto lo comprueba el deplorable estado de las comunicaciones terrestres, incluyendo las autopistas.
San Pedro Xalostoc, sus muertos, sus lagrimas, sacrificios, no pueden ser sólo otro dato de las estadísticas de irresponsabilidad en la construcción y uso de la red de carreteras e indolencia en la protección de la vida humana. Los autotransportistas no pueden seguir haciendo negocios fáciles con altísimo riesgo, ni seguir aplazando con sus influencias la política de transporte que exige que el grueso de la carga, se traslade por ferrocarril para el bien de México, de la ecología y de productividad de los mexicanos.
En la actual legislatura la Comisión de Transportes está como siempre acaparada por panistas. Su hoy presidente Juan Carlos Muñoz Márquez podrá ser feliz por los beneficios que le acarrea a su gremio el haber obstaculizado la entrada en vigencia de la norma. Pero si tiene todavía vergüenza, debería estar en Xalostoc con el Secretario Gerardo Ruíz Esparza pidiendo perdón a las víctimas de sus crímenes por omisión.
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