COPRED se pronuncia en el Día Internacional del Trabajo Doméstico

Foto: SIPSE

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Hoy se conmemora el Día Internacional del Trabajo Doméstico, fecha que se instituyó desde 1983, cuando se celebró el Segundo Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, en Lima, Perú.

Esta conmemoración tiene como objetivo visibilizar la discriminación que sigue imperando alrededor del trabajo doméstico, pues se le sigue considerando una actividad propia de las mujeres, y las personas que se dedican a ella enfrentan condiciones laborales desfavorables.

Se denomina trabajo doméstico al conjunto de actividades sin remuneración alguna que se realizan dentro del hogar para proporcionar y proveer bienestar a los miembros de la familia. Si bien se reconoce que esta actividad es indispensable para la subsistencia de los individuos,  se considera que es responsabilidad de las mujeres debido a que se desarrolla en el ámbito del hogar.

Datos de la Encuesta Nacional sobre Uso de Tiempo (ENUT), revelan que a pesar de la revolución femenina de los años 60, la inequidad de género sigue siendo una característica del trabajo doméstico, pues mientras las mujeres dedican un promedio de 42.3 horas semanales a las actividades domésticas, los hombres sólo destinan 15.2 horas.

Según la misma encuesta, 87% de las mujeres se dedican a cocinar, calentar o preparar alimentos, pero sólo el 44% de los varones lo hacen. Además, las mujeres dedican un promedio de 9 horas y media a estas tareas cada semana, mientras que los hombres dedican un promedio de tan sólo 3 horas y 12 minutos.

La Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo permite observar que la limpieza de la vivienda también es una actividad efectuada por las mujeres (90%), quienes le dedican 9.3 horas a la semana, en promedio; en cambio, el 63% de los hombres la llevan a cabo, con un promedio de 3.4 horas semanales. En cuanto al tiempo dedicado a los hijos, las mujeres superan por 155 millones de horas al tiempo invertido por los hombres.

Para comprender el valor que esto representa, cabe mencionar que el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM), estima que si las mujeres fuesen remuneradas por el trabajo doméstico y la crianza de los infantes, sus salarios representarían la mitad de los ingresos nacionales.

El trabajo doméstico es una labor incesante que no recibe retribución económica y tiene escasa valoración social. Y por desgracia, estas características se aplican de manera similar al trabajo doméstico remunerado.

La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo consigna que, en el año 2011, el 91.6% del total de las personas trabajadoras domésticas en la Ciudad de México eran mujeres. La elevada participación de las mujeres en esta actividad tiende a generar y perpetuar condiciones de desigualdad social, que son el sustento de la discriminación que impera alrededor del trabajo doméstico y de las personas que se dedican a él: en su mayoría son indígenas, pobres y con poca instrucción escolar.

Su condición social y la desvaloración que tiene su labor en términos económicos provocan que la mayoría de las personas trabajadoras domésticas carezca de servicios de salud y de prestaciones laborales, a la par de enfrentar jornadas de trabajo excesivas y ausencia de contratos.

El Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (COPRED) se pronuncia por el reconocimiento de las personas que se dedican al trabajo doméstico, quienes poseen aptitudes, experiencia, dedicación y sentido de responsabilidad que no son aquilatadas; y de la misma manera, manifiesta la necesidad de valorar y dignificar el trabajo doméstico por el papel esencial que tiene para el funcionamiento de la sociedad y de la economía.

 

=COPRED=